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Médico intubado por COVID19 murió por el apagón del 15 de Febrero

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El joven médico Paúl Pizaña Valenzuela de 28 años de edad, después de permanecer más de un mes intubado, ansiaba recuperarse paravolver a la primera línea de batalla contra el virus SARS-CoV-2, desafortunadamente falleció por falta de comunicación y asistencia durante el apagón del Lunes pasado.

Ante la crisis energética, sus padres, Nancy y Arturo, buscaron una alternativa para sustituir la energía eléctrica doméstica por corriente alterna que obtenían de sus carros, empleando un convertidor de voltaje, el que hacía funcionar el respirador eléctrico que consiguieron para su recuperación en casa. Ellos viven en la Colonia Los Pinos, donde los cortes de la electricidad son comunes pero duran poco.

Comentó Arturo, “Se hizo un convertidor de la energía, de la corriente directa a corriente alterna para hacer funcionar el convertidor y ya, se hizo la conexión, un técnico nos ayudó y comenzó a funcionar el concentrador”, mientras Nancy resaltaba que hasta ese momento y con esa improvisación parecía que garantizaban la recuperación de su hijo, cuyo cuerpo recuperaba la fuerza, pero lo más inmenso era su ánimo, nunca decayó.

La familia Pizaña Valenzuela, contaba también con un tanque de oxígeno para conectarlo directo cuando faltara la luz, les duraba un día completo y suplía de forma temporal el respirador artificial eléctrico, la mañana que dejó de respirar Paúl, el factor fueron las dimensiones, lo cual impidió el traslado a un hospital en los vehículos compactos de la familia.

Se presume que Paúl contrajo el virus el 15 de Noviembre, cuidando a su hermana con síndrome de Down y que estaba internada en Pensiones Civiles del Estado por causa del COVID19. Él mismo intentó atenderse mediante nebulizaciones y administración de medicamentos; el 26 de Noviembre tuvo complicaciones y fue hospitalizado. También pudo infectarse durante el tiempo que estuvo atendiendo a otros pacientes.

Pasó un mes en terapia intensiva del Hospital Morelos, del 30 de Noviembre al 31 de Diciembre, posteriormente fue trasladado a otra área de recuperación por la pérdida de capacidad de movimiento donde permaneció hasta el 15 de Eenero. Los directivos del Hospital Palmore, donde realizaba su servicio social, insistieron en que fuera llevado a sus instalaciones, donde estuvo hasta el 4 de Febrero. Los padres comentan que los colegas de ambas instituciones brindaron una solidaridad ejemplar.

Evolucionaba óptimamente hasta que la mañana del 15 de Febrero sufrió un paro cardíaco ocasionado por las secuelas de la enfermedad. Sin embargo, poco pudieron hacer sus padres, por la falta de internet y de respuesta en el 911 entorpecieron las llamadas de auxilio, Paúl necesitaba adrenalina o reanimación por descargas eléctricas, acudió inmediatamente un primo que es doctor paraintentar recuperar sus signos vitales, pero a las 09:45 de la mañana determinó que ya no regresaría el pulso de su primo, colega y amigo.

Narra Nancy, su madre, “Llamamos al 911, no contestaban ni nos daban alguna respuesta y así continuamos insistiendo por media hora, y cuando por fin nos contestan, la operadora nos comienza a inundar con preguntas hasta que el doctor le explicó que era una urgencia real y no había tiempo de protocolos. La respuesta de la operadora fue que no había disponible ninguna ambulancia”.

Contactaron otro servicio de traslado y primeros auxilios, mismo que les solicitaba la ubicación exacta para arribar al lugar, nunca tomaron en cuenta ni empatizaron con el hecho de que no había servicio de internet disponible para poder enviar la información requerida.

El padre, desesperado corrió a la calle a buscar una ambulancia, una patrulla o cualquier tipo de asistencia, pero no tuvo suerte. Los minutos pasaban y no podían salir con Paúl porque dependía del oxígeno cuyo tanque no cabía en sus vehículos, además del frío intenso.

Paúl esperaba regresar a salvar vidas en el área Covid a partir de los primeros días de Abril, pero antes llegó el apagón de su vida. Se publican múltiples mensajes de pesar en redes sociales de sus compañeros trabajadores de la salud y de la Universidad de Durango, institución donde culminaba sus estudios.

“A mí no me interesa la política, pero deberían de prever las autoridades cuando se está al borde de una situación problemática. A toda la población nos cambió la vida en cuestión de minutos el hecho de no tener teléfono, internet, la falta de socorro, no estamos acostumbrados a estar sin electricidad y menos en medio de una situación de emergencia en casa y a pesar de que teníamos oxígeno sentíamos angustia porque nos dijeron que el apagón duraría días».

El impacto del apagón en la población más vulnerable alcanzó niveles de mortalidad difíciles de contabilizar, pero casos como el de Paúl y la pérdida irreparable de la familia Pizaña Valenzuela, es un ejemplo claro que están de por medio vidas humanas, más allá de las incomodidades e inconvenientes temporales para el resto de la población.

Concluyó la madre entre lágrimas, “Perdimos a un gran ser humano, todo tipo de oraciones tuvimos, cristianas, católicas, mormonas, y a todos les agradecemos de corazón”, mientras Arturo, con voz entrecortada intervino:

“Ya lo único que les queremos decir a las autoridades es que no se vuelva a repetir este tipo de cosas porque se ha perdido una valiosa vida”.

Fuente: El Diario de Chihuahua