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Atletas olímpicos argentinos recibirán un regalo sexual

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El no permitir las relaciones sexuales en la Villa Olímpica por la pandemia del coronavirus Covid-19, fue la decisión de los organizadores de los Juegos Olímpicos de Tokio 2021, lo cual dió lugar a que una empresa de preservativos le ofreciera como regalo un “kit de autosatisfacción” a la delegación argentina que cuenta con más de 180 atletas.

“Estimado Comité Olímpico Argentina: Sabemos que este año nuestrxs atletas Olímpicos no podrán romper la burbuja y así, se perderán la oportunidad de tener relaciones con otrxs. Nos llegan comentarios de que cada día son más estrictos en Tokio. Para nosotrxs, el sexo alivia la presión e influye muy positivamente en el estado de ánimo de la persona, algo que todos nuestrxs atletas necesitan. Por eso, para cuidar el bienestar de nuestrxs deportistas, queremos enviarles un kit especial con todos nuestros productos de autosatisfacción para que puedan explorar diferentes experiencias sexuales con su propio cuerpo”.

Mensaje que la compañía Tulipán le envió a través de redes sociales al COA

En otros mensajes, directamente la empresa le escribió a algunos de los deportistas argentinos y uno de ellos, Germán Chiaraviglio, compartió el tuit.

TEMA DE DISCUSIÓN EN TOKIO 2021, EL SEXO

Anterior al inicio de los Juegos Olímpicos, que fueron postergados en el 2020 por la pandemia, tomó gran relevancia el tema de las camas “anti sexo” que fueron ideadas con la intención de impedir las relaciones amorosas entre los deportistas. Sin embargo, dos atletas probaron su resistencia y publicaron las imágenes de las pruebas realizadas.

Estas camas ‘anti sexo’ pretenden evitar situaciones que no tengan que ver con lo deportivo
 Comité Olímpico Internacional
Camas juegos olímpicos
Una vez acaben los Juegos Olímpicos el cartón de las camas se reciclará
 Comité Olímpico Internacional

Los videos realizados por los deportistas para demostrar la resistencia de las camas “anti-sexo” se viralizaron. Los usuarios de las redes sociales celebraron el humor de los atletas que revelaron que las camas fabricadas con la intención de no aguantar el peso de dos personas ni movimientos bruscos, son capaces de soportar las pruebas más exigentes.

Son 11, 000 los atletas que participarán del evento deportivo estarán repartidos en 21 torres de departamentos en la Villa Olímpica, que tienen entre 14 y 18 pisos de altura y cuentan con alrededor de 3600 habitaciones. Takashi Kitajima, director general del alojamiento de los deportistas en Tokio, explicó que el material de las camas es tan resistente como la madera y, una vez finalizados los Juegos Olímpicos, serán reutilizadas para fabricar productos de papelería.

Hace cinco años el panorama era diferente y nadie hablaba de esta anormalidad mundial. En los Juegos de Río, una ciudad plenamente identificada con la libertad sexual, el Ministerio de Salud brasileño había repartido 450.000 profilácticos en la Villa, donde se hospedaron unos 10,500 deportistas de todo el mundo. En aquél entonces fueron 42 condones por cada atleta para los 17 días que duraron las competencias. Si el objetivo era un momento íntimo, allí estaba todo al alcance: incluso en Barra de Tijuca, muy cerca del Parque Olímpico, se habían instalado 41 máquinas expendedoras de preservativos, que también podían pedirse en la farmacia de la policlínica interna del complejo; en ese lugar hubo a disposición 350,000 “camisinhas” masculinas, 100,000 femeninas y 175,000 sachets de lubricante íntimo.

Sin pandemia, pero con las lógicas prevenciones de embarazo y transmisión de enfermedades, Río 2016 se convirtió entonces en un “sexódromo”, una figura admitida por los propios atletas y por los funcionarios. En su momento, la doctora Adele Benzaken describía,

“No hay informes oficiales sobre el sexo en la villa olímpica, pero los atletas son personas jóvenes, bonitas, en excelente estado físico y el sexo es algo natural que ocurre cuando hay muchas personas juntas, sobre todo si son de diferentes culturas y países, lo que las vuelve más atractivas a los ojos del otro”.

Fuente: La Nación