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Leyenda del Hotel Riviera de Ciudad Juárez

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Era un oasis en Ciudad Juárez, albercas, palmeras y otras plantas, visitado principalmente por las familias locales más acaudaladas. El lugar tenía el brillo de la elegancia y sus jardines de ensueño, eran verdes, llenos de sol.

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El bar tenía una notable barra de madera de caoba, finamente pulida, donde los jóvenes pudientes de Juárez se divertían hasta el amanecer. Era el Centro Recreativo Riviera, ubicado en Avenida Paseo Triunfo de la República y Adolfo de la Huerta, a un costado de la antigua Plaza de Toros Monumental.

Desafortunadamente permanece abandonado desde hace 53 años. Su patio está lleno de escombro y hierba; las habitaciones del motel en ruinas; la alberca llena de papeles, trozos de ladrillo… y la escalera, donde ocurrió la maldición, está oxidada.

CRUCIFIXIÓN EN MEDIO DE LA OPULENCIA

Una joven mujer –Irma Escudero- fue hallada muerta en la alberca del motel, una mañana del año 1965.

El cuerpo quedó a la vista de los primeros empleados que llegaron muy temprano a cumplir con su jornada, quienes reportaron el hecho a sus jefes inmediatos.

De acuerdo a las investigaciones policiacas de entonces, Irma fue violada, golpeada, asesinada y, posteriormente – esa misma noche- amarrada a una de las escaleras dentro de la piscina en forma de cruz.

Irma era una joven de 20 años de edad que trabajaba en el bar Victor’s, localizado en las calles Madero y Galeana, donde se ubicaba una cantina abandonada, a unas cuantas cuadras de la Secundaria Federal 4 y el Monumento a Benito Juárez.

Se dijo y corrió el rumor de que una amiga de la víctima, confesó que Irma y ella fueron invitadas a tomar unas copas por dos jóvenes de apellidos notables. En otras versiones se afirmó que era un intento por difamar a dos de las familias más prestigiosas de la ciudad.

Poco después de reportarse el hecho, la noticia se esfumó de los tabloides de la ciudad; al día siguiente de que aparece crucificada Irma en la escalera de ascenso a la alberca, el centro recreativo Riviera cerró sus puertas para siempre y no volvió a mencionarse el asunto.

FEMINICIDIOS EN NUESTRA CIUDAD

Conocemos bien la trayectoria sobre feminicidios en nuestra ciudad desde los años 90, sin embargo, al parecer ya es algo que venía ocurriendo desde entonces; ese mismo verano una muchacha de nombre Rosario Arellano, empleada de la fuente de sodas La luz del día, fue encontrada muerta en el parque Borunda. Había sido torturada y violada después de ser asesinada.

Otra joven que no quiso ser identificada, que trabajaba en el lugar, atestiguó que llegaron dos señores de nombre Gregorio Aguirre y Francisco Flores Larrinúa, para pedirle a su compañera que hablara con ellos. Al día siguiente apareció muerta.

Aguirre fue a dar a la cárcel pero Larrinúa desapareció de la ciudad. Tiempo después fue localizado en San José, California, pero ahí quedó, nunca volvió a Ciudad Juárez y ninguna autoridad hizo nada para extraditarlo y que enfrentara un proceso judicial.

Lo que se supo fue que los asesinos pertenecían a una banda llamada Los Picapiedra, cuyos integrantes se dedicaban al asalto a mano armada, robo de residencias y tráfico de marihuana; que la muchacha del Borunda, que acompañó a Irma en el Riviera, se retiró del lugar antes de que la mataran.

SED DE JUSTICIA

Al transcurrir los años, sólo se ha convertido en una leyenda urbana que tiene muchos supuestos sobre los hechos o sobre las familias más adineradas de la ciudad, que, posteriormente en los años 90 también se rumoraba que eran los hijos de estas familias los que se dedicaban a los feminicidios por ‘diversión’.

Tal vez, sigamos sin conocer a los culpables, o bien, serán detenidos otros en su lugar. Sin embargo sí hay ahora documentación de las tragedias que se ha convertido en algo ‘normal’ de leer, escuchar y ver en Ciudad Juárez. Incluso, se ha ‘normalizado’ el convivir con algunos depredadores y acosadores sexuales, así como golpeadores, porque ‘merecen una segunda oportunidad’ o porque pertenecen a círculos sociales intocables.

No podemos seguir así ni normalizar la convivencia con personas que maltratan a otro ser humano, sólo porque sí, es fundamental apegarse a la ley y deconstruir cualquier pensamiento machista que ‘justifique’ la violencia de género.

Es preocupante que siga siendo la ciudad la número 1 en feminicidios a nivel nacional. Debemos apostar por la educación y cambios para tener un mejor desarrollo social alejado de la violencia de cualquier tipo.

Esperemos que algún empresario reactive ese hotel y que se deje atrás lo ocurrido, no en el olvido, sino que podría ser una fuente económica local.